jueves, 10 de marzo de 2016

Síntesis y reflexión, Capítulo 10 Libro Enseñar y Evaluar

Universidad Técnica Nacional
Centro de Formación Pedagógica y Tecnología Educativa
Sede Regional de San Carlos
Licenciatura en Mediación Pedagógica
Glenda M. Chacón Hernández1
 Síntesis y reflexión sobre el capítulo 10 del Libro Enseñar y evaluar


Evaluación de los resultados
Logros del aprendiente


Al ir avanzando en la lectura del capítulo, se va descubriendo la razón del título y además el cumplimiento del objetivo planteado, cual es el de ir tras la búsqueda de un diseño de una propuesta de evaluación integradora para un módulo, unidad, curso u otra actividad en la que se desee medir el logro alcanzado por el aprendiente y donde se contemple el planteamiento de objetivos, las competencias que se desean alcanzar, la herramienta que se construya para evaluar, los resultados obtenidos y la reflexión acerca de los mismos.

Antes de continuar, se hace necesario definir al menos los conceptos de calificación y acreditación; el primero se refiere a como mediante un código numérico o conceptual, se logra convertir los resultados de la evaluación y la segunda –acreditación tiene que ver más con la forma en que institución reconoce que el aprendiente ha cumplido con los requisitos de aprendizaje previamente establecidos para aprobar y por lo tanto otorgar el certificado.

Llama la atención el hecho de que a pesar de que todo apunta hacia le prueba de la medición de resultados, la profundización que se hace es acerca de, comprender ese resultado tomando en cuenta el entorno, el contexto en que se obtuvieron. Es importante saber que aconteció, los conocimientos previos, los criterios tomados en cuenta por el estudiante para resolver, para comunicar y sobre todo para la toma de decisiones.

De ahí la importancia de que antes de poder alcanzar esos resultados por estudiante (según las autoras Avolio e Iacoluti); se conozcan o planteen los siguientes aspectos a fin de planificar una evaluación final:
1-      ¿Cuál es el propósito de formación del módulo? ¿Cuál es el problema de la práctica profesional que sirve de núcleo?
2-      ¿Cuáles son las capacidades involucradas en los objetivos del módulo y los contenidos a evaluar?
3-      ¿Qué capacidades vamos a evaluar durante el proceso? ¿Cuáles evaluaremos a través de los productos elaborados? ¿Cuáles consideraremos en esta instancia?.
4-      ¿Cuál será la mejor situación que podemos plantear al finalizar el desarrollo del módulo, de modo tal que sea suficientemente representativa para evaluar las capacidades expresadas en los objetivos?

Posterior a este planteamiento de interrogantes de la situación, sugieren formular las siguientes preguntas:
1-      ¿Cuáles serán las evidencias que vamos a considerar como indicadores de logro?
2-      ¿Qué técnicas e instrumentos serán los más pertinentes para recoger y registrar la información, considerada válida y significativa, en función de la situación planteada?
3-      ¿Qué criterios vamos a tener en cuenta para la aprobación?

Como se observa, es necesario definir los anteriores aspectos; en la medida en que se tenga claridad de éstos, así tendrá validez y confiabilidad el proceso evaluativo aplicado a las personas que participan en las sesiones de aprendizaje. Es un modo de conocer mejor el porqué de esos resultados, hay veces dejados de percibir por muchas razones, por lo menos en Costa Rica dos de esas, -muy personalmente considero-, serían por el sistema Conductista (tradicional) que posee el MEP y la otra por la cantidad de estudiantes por aula que atiende un solo docente.

En este momento, es bueno reconocer los esfuerzos que desde el MEP realizan los jerarcas (principalmente con el dictado de la política educativa lanzada en 1994); pero que no ha logrado permear y dar ese salto cuantitativo hacia la adopción de otras metodologías de trabajo en el proceso enseñanza-aprendizaje, seguirán por lo tanto aplicándose pruebas escritas muchas veces no congruentes entre la realidad de lo que se ejecuta en un aula con la forma en que como educador desea saber cómo ha sido la asimilación de los conocimientos por parte del alumno.
Un ejemplo típico es que hoy día aún hay educadores que entre más resultados negativos consigan, más satisfacción sienten de su materia. Lo idóneo es que el aprendiente pueda demostrar que el educador si logró permear en él y que los pasos dados en el proceso fueron lo suficientemente claros y significativos como para poder mostrar sus competencias en una prueba de naturaleza escrita. Es indispensable que todo docente pueda reflexionar acerca de los resultados obtenidos al aplicar una prueba, es más que una nota; es comprender dentro del contexto el por qué uno de sus estudiantes obtuvo un porcentaje inferior al esperado, es una oportunidad diagnóstica para mejorar y prestar más atención a las debilidades que el alumno demostró, lastimosamente en el país, el MEP no posee un mecanismo de selección para contratar a los mejores educadores y se cometen errores básicos al plantear un una prueba ítems ambiguos, excesos de preguntas; pues en muchos casos ni ellos mismos conocen que es lo que desean obtener de sus aprendientes.

En Costa Rica lamentablemente tal y como lo apunta el Estado de la Educación en su Quinta entrega “La estructura actual de las pruebas escritas (las grandes protagonistas en las estrategias de evaluación de los aprendizajes) es bastante rígida y está pensada para dar cuenta del aprendizaje de datos y conceptos, no tanto de lo que los estudiantes saben hacer” (p. 180). Esta afirmación se refleja por lo tanto en los resultados que a través de la Prueba PISA (Programa Evaluación Internacional de Alumnos) han venido encontrando al aplicarla desde hace años a nuestro país, no hay manera de salir, menos de ascender de los lugares en donde aparecemos por ejemplo desde 2009, 2010 y 2012. El desempeño obtenido en Matemáticas, Ciencias y lectura han estado muy por debajo de lo que este Programa ha ido evidenciando en otros países. PISA considera el nivel 2 como el mínimo para poder participar en la sociedad del conocimiento y es triste saber que hay una disparidad de conocimiento equivalente a más de dos años completos de enseñanza de la matemática y de 5 años si se compara con Shangai, no se nos ha enseñado a pensar, a resolver problemas en determinados momentos, a comunicar asertivamente las opiniones, las críticas, los aportes, a tomar las mejores decisiones al irnos preparando en el caminar diario por las aulas.

Las deficiencias quedan muy al descubierto cuando los jóvenes deben enfrentar por si mismos situaciones en las que ameritan analizar, reflexionar, brindar conclusiones, expresarse ante un público, redactar informes, leer, en fin, hasta que no se realicen los esfuerzos por mejorar, se seguirán recibiendo graduados de secundaria con fuertes debilidades en muchos aspectos de su
desarrollo por alcanzar una profesionalización acorde con lo que la sociedad requiere y que muchas veces la universidad tiene que asumir, para no ver alumnos frustrados o que los índices de deserción se disparen, pues no se han desarrollado las estrategias que les permitan salir delante de una manera sencilla y muy responsable.

Bien apunta doña Sonia Marta Mora, Ministra de Educación, al referirse a un desafío que lanza un reciente estudio de una misión de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) en nuestro Territorio, al decir que “Los grandes rezagos y disparidades existentes hacen imperativo un esfuerzo nacional para ponerse al día y superar grandes carencias que inciden en los resultados” (p. 25 A). Se podría concluir haciendo referencia a la necesidad de que el cambio empiece por cada uno de los educadores, que si persisten en continuar con la aplicación de pruebas escritas; éstas sean formuladas con mucha claridad y al tenor del cumplimiento de objetivos, pero más que eso, al deseo de que sus alumnos puedan captar los conocimientos y los puedan trasladar  a la aplicación de su vida real y a comprender el por qué es imprescindible asistir a una escuela, continuar en el colegio y optar por una preparación universitaria.


Bibliografía

Avolio, S. e Iacolutti, M. (2006) Enseñar y Evaluar en Formación por competencias laborales. Primera Edición, Argentina.

Mora, S. (2016, 16 de marzo), Educación y la OCDE. La Nación, 25A.

PEN, 2015. Quinto Informe del Estado de la Educación. San José: Programa Estado de la Nación.




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