Universidad
Técnica Nacional
Centro de
Formación Pedagógica y Tecnología Educativa
Sede Regional de
San Carlos
Licenciatura en
Mediación Pedagógica
Glenda M. Chacón
Hernández1
Síntesis y reflexión sobre el capítulo 10 del
Libro Enseñar y evaluar
Evaluación de los resultados
Logros del aprendiente
Al ir
avanzando en la lectura del capítulo, se va descubriendo la razón del título y
además el cumplimiento del objetivo planteado, cual es el de ir tras la
búsqueda de un diseño de una propuesta de evaluación integradora para un módulo,
unidad, curso u otra actividad en la que se desee medir el logro alcanzado por el aprendiente y
donde se contemple el planteamiento de objetivos, las competencias que se
desean alcanzar, la herramienta que se construya para evaluar, los resultados
obtenidos y la reflexión acerca de los mismos.
Antes de continuar, se hace necesario
definir al menos los conceptos de calificación y acreditación; el primero se
refiere a como mediante un código numérico o conceptual, se logra convertir los
resultados de la evaluación y la segunda –acreditación tiene que ver más con la
forma en que institución reconoce que el aprendiente ha cumplido con los
requisitos de aprendizaje previamente establecidos para aprobar y por lo tanto
otorgar el certificado.
Llama la
atención el hecho de que a pesar de que todo apunta hacia le prueba de la
medición de resultados, la profundización que se hace es acerca de, comprender
ese resultado tomando en cuenta el entorno, el contexto en que se obtuvieron.
Es importante saber que aconteció, los conocimientos previos, los criterios
tomados en cuenta por el estudiante para resolver, para comunicar y sobre todo
para la toma de decisiones.
De ahí
la importancia de que antes de poder alcanzar esos resultados por estudiante
(según las autoras Avolio e Iacoluti); se conozcan o planteen los siguientes
aspectos a fin de planificar una evaluación final:
1- ¿Cuál
es el propósito de formación del módulo? ¿Cuál es el problema de la práctica
profesional que sirve de núcleo?
2- ¿Cuáles
son las capacidades involucradas en los objetivos del módulo y los contenidos a
evaluar?
3- ¿Qué
capacidades vamos a evaluar durante el proceso? ¿Cuáles evaluaremos a través de
los productos elaborados? ¿Cuáles consideraremos en esta instancia?.
4- ¿Cuál
será la mejor situación que podemos plantear al finalizar el desarrollo del
módulo, de modo tal que sea suficientemente representativa para evaluar las
capacidades expresadas en los objetivos?
Posterior
a este planteamiento de interrogantes de la situación, sugieren formular las
siguientes preguntas:
1- ¿Cuáles
serán las evidencias que vamos a considerar como indicadores de logro?
2- ¿Qué
técnicas e instrumentos serán los más pertinentes para recoger y registrar la
información, considerada válida y significativa, en función de la situación
planteada?
3- ¿Qué
criterios vamos a tener en cuenta para la aprobación?
Como
se observa, es necesario definir los anteriores aspectos; en la medida en que
se tenga claridad de éstos, así tendrá validez y confiabilidad el proceso
evaluativo aplicado a las personas que participan en las sesiones de
aprendizaje. Es un modo de conocer mejor el porqué de esos resultados, hay
veces dejados de percibir por muchas razones, por lo menos en Costa Rica dos de
esas, -muy personalmente considero-, serían por el sistema Conductista
(tradicional) que posee el MEP y la otra por la cantidad de estudiantes por
aula que atiende un solo docente.
En
este momento, es bueno reconocer los esfuerzos que desde el MEP realizan los
jerarcas (principalmente con el dictado de la política educativa lanzada en
1994); pero que no ha logrado permear y dar ese salto cuantitativo hacia la
adopción de otras metodologías de trabajo en el proceso enseñanza-aprendizaje,
seguirán por lo tanto aplicándose pruebas escritas muchas veces no congruentes
entre la realidad de lo que se ejecuta en un aula con la forma en que como
educador desea saber cómo ha sido la asimilación de los conocimientos por parte
del alumno.
Un
ejemplo típico es que hoy día aún hay educadores que entre más resultados negativos
consigan, más satisfacción sienten de su materia. Lo idóneo es que el
aprendiente pueda demostrar que el educador si logró permear en él y que los
pasos dados en el proceso fueron lo suficientemente claros y significativos
como para poder mostrar sus competencias en una prueba de naturaleza escrita.
Es indispensable que todo docente pueda reflexionar acerca de los resultados
obtenidos al aplicar una prueba, es más que una nota; es comprender dentro del
contexto el por qué uno de sus estudiantes obtuvo un porcentaje inferior al
esperado, es una oportunidad diagnóstica para mejorar y prestar más atención a
las debilidades que el alumno demostró, lastimosamente en el país, el MEP no
posee un mecanismo de selección para contratar a los mejores educadores y se
cometen errores básicos al plantear un una prueba ítems ambiguos, excesos de
preguntas; pues en muchos casos ni ellos mismos conocen que es lo que desean
obtener de sus aprendientes.
En
Costa Rica lamentablemente tal y como lo apunta el Estado de la Educación en su
Quinta entrega “La estructura actual de las pruebas escritas (las grandes
protagonistas en las estrategias de evaluación de los aprendizajes) es bastante
rígida y está pensada para dar cuenta del aprendizaje de datos y conceptos, no
tanto de lo que los estudiantes saben hacer” (p. 180). Esta afirmación se
refleja por lo tanto en los resultados que a través de la Prueba PISA (Programa
Evaluación Internacional de Alumnos) han venido encontrando al aplicarla desde
hace años a nuestro país, no hay manera de salir, menos de ascender de los
lugares en donde aparecemos por ejemplo desde 2009, 2010 y 2012. El desempeño
obtenido en Matemáticas, Ciencias y lectura han estado muy por debajo de lo que
este Programa ha ido evidenciando en otros países. PISA considera el nivel 2
como el mínimo para poder participar en la sociedad del conocimiento y es
triste saber que hay una disparidad de conocimiento equivalente a más de dos
años completos de enseñanza de la matemática y de 5 años si se compara con
Shangai, no se nos ha enseñado a pensar, a resolver problemas en determinados
momentos, a comunicar asertivamente las opiniones, las críticas, los aportes, a
tomar las mejores decisiones al irnos preparando en el caminar diario por las
aulas.
Las deficiencias
quedan muy al descubierto cuando los jóvenes deben enfrentar por si mismos
situaciones en las que ameritan analizar, reflexionar, brindar conclusiones,
expresarse ante un público, redactar informes, leer, en fin, hasta que no se
realicen los esfuerzos por mejorar, se seguirán recibiendo graduados de secundaria
con fuertes debilidades en muchos aspectos de su
desarrollo
por alcanzar una profesionalización acorde con lo que la sociedad requiere y que
muchas veces la universidad tiene que asumir, para no ver alumnos frustrados o
que los índices de deserción se disparen, pues no se han desarrollado las
estrategias que les permitan salir delante de una manera sencilla y muy
responsable.
Bien
apunta doña Sonia Marta Mora, Ministra de Educación, al referirse a un desafío
que lanza un reciente estudio de una misión de la OCDE (Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos) en nuestro Territorio, al decir que “Los
grandes rezagos y disparidades existentes hacen imperativo un esfuerzo nacional
para ponerse al día y superar grandes carencias que inciden en los resultados”
(p. 25 A). Se podría concluir haciendo referencia a la necesidad de que el
cambio empiece por cada uno de los educadores, que si persisten en continuar
con la aplicación de pruebas escritas; éstas sean formuladas con mucha claridad
y al tenor del cumplimiento de objetivos, pero más que eso, al deseo de que sus
alumnos puedan captar los conocimientos y los puedan trasladar a la aplicación de su vida real y a
comprender el por qué es imprescindible asistir a una escuela, continuar en el
colegio y optar por una preparación universitaria.
Bibliografía
Avolio, S. e
Iacolutti, M. (2006) Enseñar y Evaluar en Formación por competencias laborales.
Primera Edición, Argentina.
Mora, S. (2016, 16
de marzo), Educación y la OCDE. La
Nación, 25A.
PEN, 2015. Quinto
Informe del Estado de la Educación. San José: Programa Estado de la Nación.
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